Un blog que disfruto entre carnavales de pensamientos sentado a la orilla de un río de historias revueltas llamado mundo, agitando venturoso la pluma de pescar que llevo dentro, para hilvanar, mágicamente y con decoro, las palabras extraviadas que van a la deriva.

NO OLVIDES TU OPINIÓN

martes, 28 de marzo de 2017

Segunda publicación de microrrelatos

"Puntadas de vida", publicación de nuevos microrrelatos

No dejes de leerlos, y menos, de coleccionarlos, hasta que obtengas el libro. 

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Adicción
Tomó otra taza de café amargo y encendió otro cigarro. Era el quinto en menos de una hora, pero aun, no eran suficientes para asfixiar los fantasmas que habitaban en su cerebro. No había otra forma de hacerlo sin que lo comprometiera. Un absurdo pensamiento que dilucidó cientos de veces asediando el final de su vida, con las muchas formas que recreó un suicidio. Olvidó que llevaba más de tres décadas consumiendo nicotina y alquitrán. Que podía construir una casa con las cajetillas de cigarrillos que consumió. Olvidó que su fiel amigo, el tabaco, lo estaba acabando lentamente. Que sus pulmones se asemejaban a la noche más oscura que pudiera existir. La fotografía de su cuerpo era igual tres décadas más estropeada, y había sido el asesino en serie de millones de neuronas. Su amigo jamás le solucionó su situación de vida. Había perdido a su esposa, sus hijos, su empleo y mucho más por causa de su adicción. Que ese terrible dolor torácico más enorme que su físico, esa martirizante tos seca y esa persistente ronquera que ahuyentaba los buenos y malos pensamientos, y que mantenía a su ángel de la guarda a la distancia, no podía ser otra cosa que… Sí, eso fue… No se requirió más que un simple examen de esputo y un microscopio para saberlo. Lo último que se le ocurrió decir fue «mierda», cuando ya le estaban cantando las exequias por dentro.
Alergia 
Odio todo de ti. No sé cómo fui tan estúpida y me enamoré siendo tan alérgica. Y lo peor, tendré que conformarme con vivir eternamente cuando la muerte no podrá tocarme. Esta alergia me va a matar. La pregunta es: ¿Cómo, si también soy alérgica a la muerte?
Penitencia
Todo lo que pueda generar algún tipo de manifestación, posee alma, dijo Mariot, desalentada por la pérdida de su hijo de escasos ocho años de edad, sin atreverse a pasar de la primera etapa de duelo. Saboreó el último sorbo amargo de aliento con la intención de desterrarlo para siempre de su cuerpo y en un desaforado grito, se sacudió el alma.  Era la tercera vez que lo hacía y la tercera vez que Zaina, su ama de llaves, le humectaba los labios con un poco de vino. Cumplía las indicaciones de su ama a la perfección. El vino blanco, el vino dulce y el vino tinto, ya habían pasado la prueba. El difuminado del cuerpo en segundos, florecía con un vigor fortificado que desterraba la palidez. Cinco veces más, Mariot se sacudió el alma, las mismas que le fueron devueltas... No había forma de concebir la muerte si era tentada por el brío prodigioso de los vinos. Zaina lo evidenció cada vez que la sintió morir y vivir hasta ocho veces, una por cada año de vida arrebatada. Sin saberlo, su ángel guardián era un enófilo. 
Esquizofrenia 
«Si te despojas de todos nosotros, más te valdría no haber nacido». El joven terminó la conversación y se dispuso a dormir. ¿Cómo vivir sin ellos y con ellos? Se preguntó tratando de superar la asfixia corporal que le provocaba la camisa de fuerza. 
Suicidio 
Heme aquí, insatisfecho de un placer sin alma que me provoca la corbata alrededor de mi cuello —dijo. y un nefasto silenció se escuchó en el tiempo astillado de los mortales. Ya no era parte de este mundo. 
Trastorno de identidad
—Te lo juro, mamá, confieso que lo deseaba pero jamás se me ocurrió acostarme con él. No sé qué pasó. —¿Cuál de las tres eres? —preguntó la mujer, atormentada de saber que nunca entablaba una conversación seria con su verdadera hija. Sólo tenía una, la de siempre. 
¿Infertilidad o locura? 
—¿Qué si estoy loco, preguntas?, ¿se te olvidó que soy tu hijo biológico? —El hombre lúcido sonrió sin determinarlo y se marchó de la casa. Fue directo al hospital para la prueba. Y como las anteriores, había olvidado que nació sin testículos.  
El ladrón 
El ángel de la guarda se despojó de las alas por un momento… un terrible dolor de espalda lo estaba martirizando, fue entonces cuando el ladrón se apoderó de ellas, las ubicó en su espalda y su espíritu las batió de tal forma, que se estremeció por dentro. Las cosas habían cambiado. Fue la primera y última vez que el alma le robó la vida por evitar la mala compañía. 

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